…el gran acato que dio la Época Moderna al genio, y que tan frecuentemente ha bordeado la idolatría, apenas pudo cambiar el hecho elemental de que la esencia de alguien no puede reificarse por sí misma. Cuando aparece “objetivamente” -en el estilo de una obra de arte o en la escritura corriente- manifiesta la identidad de una persona y por lo tanto sirve para identificar al autor, pero permanece muda y se nos escapa si intentamos interpretarla como el espejo de una persona viva. Dicho con otras palabras, la idolatría al genio contiene la misma degradación de la persona humana que los otros principios que prevalecen en la sociedad comercial.
Hannah Arendt. La condición humana